jueves, 2 de junio de 2011

El sujeto desde la perspectiva lacaniana

por Leonardo Peskin

"El psicoanálisis no es ni una Weltanschauung, ni una filosofía que pretende dar la clave del universo. Está gobernado por un objetivo particular, históricamente definido por la elaboración de la noción de sujeto. Plantea esta noción de una nueva manera, conduciendo al sujeto a su dependencia significante."
Lacan, Seminario 11 (1964).

Definición e introducción
El concepto de sujeto, para Lacan, se origina en la sujeción al significante y, por ende, al inconsciente. El universo simbólico-significante es esencial para la humanización y determina la aparición del inconsciente estructurado como un lenguaje, aunque la complejidad de lo humano no se limita a eso.
Se considera que la "falta en ser" de la especie promueve la existencia del sujeto en el campo del significante. Es en el Otro donde el sujeto va a constituirse como un significante más dentro de la cadena simbólica y se estabiliza en tanto opera el Nombre del Padre.
Reconocemos al sujeto en las formaciones del inconsciente como los síntomas, lapsus, sueños, transferencia, etc. Estas producciones se presentan como expresiones subjetivas y también son localizables en cualquier discurso que exploremos. Cuando ha sido expulsado o no hay lugar a su configuración estamos en presencia de una clínica de la ausencia de un sujeto del inconsciente.
Lo que podemos denominar la "metapsicología lacanina" opera con los tres registros: Imaginario, Simbólico y Real. Por consiguiente, lo importante pasa a ser todas las relaciones que sostiene ese sujeto simbólico con lo imaginario y lo real. Imaginario referido al yo y a dimensiones imaginarias que trascienden al yo y al narcisismo; Real que implica al objeto a y el goce.
Todo esto hace del sujeto un eje central para comprender el pensamiento de Lacan. Es uno de los conceptos más insistentes a lo largo de su obra y va adquiriendo nuevas implicancias a medida que por su desarrollos teóricos se complejizan las articulaciones entre los tres registros, se pluralizan los nombres del padre y se diferencian los goces.

Reseña
Si bien el sujeto está implícito en toda la obra freudiana, hay que extraerlo en una relectura ya que no se lo nomina tan explícitamente. Esto es lo que encontramos en Lacan con su retorno a Freud, que al modo de los trabajos de refinería química entre otros productos refina este concepto de sujeto para poder apreciarlo.
El proceso de refinamiento, si se me permite seguir con la analogía, se basa en un intenso debate que se despliega en varios frentes y que lo encontramos en toda la obra de Lacan acerca de la definición de subjetividad atinente al psicoanálisis. En primer lugar, ubicaría la discusión con la mayor parte de los filósofos que tocaron el tema. Otro frente de debate son las ciencias, por ejemplo las matemáticas, en particular cuestiones de álgebra, grafos, topología (formas, nudos y cadenas), teoría de conjuntos. Intentaré ir situando muy someramente algunos momentos en que Lacan desarrolla algunas de estas cuestiones, y en particular con algunos problemas de la lógica, incluyendo ideas muy particulares sobre lógica, que implicarían discusiones con cada una de estas disciplinas, algunas dentro de las matemáticas y otras que son linderas con la filosofía.
El otro frente de debate que se plantea es con la lingüística, o con las teorías del lenguaje, y que proponen a partir de ciertos planteos de Lacan dar vuelta conceptualmente algunas cuestiones.
Y también yo diría que hay debates con el conjunto del resto de los psicoanalistas, y hay debates localizables dentro de la propia teoría de Lacan. Es decir, Lacan debate con Lacan en la medida en que va desarrollando su posición teórica o su pensamiento sobre todas estas cuestiones.
Por eso el campo que abre toda la problemática del sujeto es demasiado vasto, es tan amplio que abarca todo el psicoanálisis. Incluso algunas definiciones de ciertos epistemólogos del psicoanálisis proponen que el objeto del psicoanálisis no es el inconsciente, sino que es el sujeto, y que, del inconsciente, lo que nosotros conocemos como tal, es a través del problema del sujeto.
En esa posición, si el psicoanálisis se definiese sólo como un abordaje del problema del sujeto, creo que podríamos vernos restringidos. Lo mismo que si dijésemos que solamente tiene por objeto al inconsciente. Esto es lo que vamos a tratar de exponer.
Lacan parte de una idea básica que aparece en los primeros escritos y seminarios, que hay una condición de desarraigo instintivo de la especie, y que por lo tanto la única posibilidad de realización de la especie es por vía de un recurso a un Otro, que tendría que ver en este primer momento con alguna definición del lenguaje o de la relación del humano con el significante o con la cultura, en un sentido más amplio.
En ese primer momento, el tema inicial en la época del estadio del espejo es diferenciar el concepto de moi1 del concepto de je, tomando dos nominaciones posibles del problema de yo en francés, pero lo que vamos a ver es que en la evolución teórica, el concepto de je va a ser sustituido por el concepto de sujeto.
En ese mismo momento en que se juega la definición de un sujeto diferente del yo, siguiendo esta cuestión del sujeto y del moi (yo), vamos a ver que nuevamente se nos desdobla el sujeto en el "sujeto del enunciado" y en el "sujeto de la enunciación". Lo que dice y quién lo dice, o desde donde lo dice como posición determinada por el inconsciente.
Éste es un momento teórico donde la incidencia de la teoría del significante y del lenguaje es importante, y donde aparece cierta concepción que tendría que ver con una cierta adscripción estructuralista de Lacan, donde él pensaría que hay una cierta estructura donde debe constituirse un sujeto existente, para dar cuenta de un ser, que no podría jugarse de otra forma que no sea a través de una existencia como sujeto. Aclaro que considero que Lacan nunca fue estructuralista en un sentido pleno.
Esta teoría del significante con este sujeto desdoblado, sujeto del enunciado/sujeto de la enunciación, que definiría de un modo inicial esa manera de ver la incidencia del Inconsciente en la constitución del sujeto, sería solidaria con una serie de otros planteos, como que tendría que haber un cierto significante ordenador como Nombre del Padre de una estructura preformada sobre la cual el sujeto se constituiría, pero queda en claro aun en ese momento teórico que el sujeto se instaura o se instituye en un lugar donde en esa estructura falta algo. Es decir que la idea de que la estructura no sería absoluta o completa ya aparece aun en este momento supuestamente estructuralista.
Es decir, el sujeto se instaura en un lugar donde hay una falta, y él pasa a ser un significante más dentro de la estructura, y ahí vienen ciertos tipos de aforismos que homologan al sujeto con el significante. Incluso una definición de qué es un significante: "es lo que representa un sujeto para a otro significante", y el sujeto mismo es un significante más dentro de ese conjunto significante.
La teoría del Nombre del Padre, en ese momento (me refiero a los seminarios 3 y 4), es que un determinado significante o un pequeño conjunto de significantes fijos, establecidos, soportan la estabilidad de la significación al desplazar por una operación metafórica el deseo de la madre como real incestuoso. Lacan usa la alegoría de un taburete apoyado en cuatro patas y lo que acontece si falta una en la forclusión.2 Hay también ahí una teoría de la intersubjetividad, es decir que no sólo se hablaría de un sujeto, sino que un entre sujetos sostendría esta estructura mediante un pacto. Para situarlos en el debate, en ese momento estamos en algunas cuestiones relativas al uso del álgebra, para definir toda la cuestión del significado al sujeto, las significaciones fálicas, que están matematizadas utilizando recursos del álgebra, y haciendo algún tipo de operación donde el desdoblamiento que escinde al sujeto aparece como un quebrado algebraico como efecto de su inclusión en el conjunto de significantes; hay una parte de sí que es reconocible, contabilizable, y otra que deja de ser posible de ser considerada, es inconsciente.
En los años sesenta, el artículo de los escritos "La subversión del sujeto y la dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano" plasma este desarrollo teórico, proponiendo como eje al sujeto, y todas las consecuencias que se podrían derivar en los otros registros de estos procesos simbólicos, es decir sus incidencias en lo imaginario y lo real. Si ustedes recuerdan, aparece un grafo muy importante, que es tomado de seminarios anteriores, "Las formaciones del inconsciente", y en ese grafo, que es el del recorrido de la pulsión, define que todo lo que acontece gira alrededor de fenómenos relativos a la subjetividad, sea la constitución del deseo, de la demanda, del fantasma, la solución de la pulsión en la cadena significante, todo ese movimiento giraría alrededor de un punto central que es la teoría del sujeto en ese momento. Que ya incluye algo importante: el objeto a. Ésta es una de las inflexiones teóricas internas en la teoría de Lacan, siguiendo comparativamente a lo que significó para Freud la crisis del descubrimiento del problema de la pulsión de muerte y la repetición. En Lacan se presenta el cambio a partir del énfasis en la incidencia de lo real, en particular la teoría del objeto a, con el seminario sobre la angustia en el año '63, donde termina de ser formalizado.
Entonces yo diría que en cierta lectura posible, lo que antes era un proyecto de lograr la instalación de un sujeto en una estructura preformada, y que este sujeto logre su inscripción (y si no logra su inscripción, queda en una especie de deriva y de falta de solución, como podría ser el problema de la psicosis cuando fracasa el Nombre del Padre, y el sujeto no logra su lugar), a partir de los trabajos y los desarrollos alrededor de la problemática del objeto a la importancia del significante es que se convierte en el medio de creación y chances de dar destino a este objeto a. Así se esboza una disputa teórica interna acerca de lo que es más importante, si la problemática del sujeto con relación al significante o la problemática de este orden de lo real, que va más allá del problema del significante a la relación del mismo con lo real. Este objeto a, al igual que la pulsión de muerte, nace de las evidencias clínicas3 y una búsqueda de mayor eficacia terapéutica, aunque a esa búsqueda curativa del psicoanálisis se la haya considerado como un sacrilegio.
El sujeto habla, incluso habla de sí, pero porque habla hay cosas que no logra decir, se le tornan imposibles; aunque vemos que en el desarrollo teórico los grados de imposibilidad van variando: así como se va puliendo un sujeto más nítido, se va definiendo un imposible más ligado a diferentes categorías de ausencia, diferentes estatutos de "nada", como el objeto a o el goce.
Así como Freud buscó ir más allá con Más Allá del principio de placer, Lacan intenta ir más allá de la estructura y más allá del sujeto, más allá del padre, buscando esta cuestión que no estaría totalmente resuelta dentro de la estructura, pero que tiene que ver con la estructura.
Probablemente, en esta línea vemos cierto tipo de desarrollos que empiezan a invertir el énfasis. Si uno definiese que el sujeto es lo que da cuenta del deseo, o que hay una relación intrínseca entre la problemática del deseo y la teoría ligada al significante vinculados al sujeto, a Lacan le comienza a interesar más la angustia como cuestión y la causa del deseo como real, el objeto a como causa de deseo. Y tanto el deseo como el sujeto vienen a ser productos o están causados por otra dimensión que pertenecería a este orden de lo real.
En el Seminario 11 aparece una redefinición del asunto del sujeto. El sujeto se constituiría por alienación en el conjunto significante, pero a la vez el sujeto implica una operación que es la que Lacan pone como diferencial o distinta a otras propuestas teóricas, que es que el sujeto se separa, o el sujeto implica una operación de separación del objeto a. Aumenta así la relativización del estatuto de la estructura con relación al problema del sujeto. Es decir que no es sólo lo que se aliena en el significante, sino que es lo que se separa de lo real.
Lacan alcanza un desarrollo más amplio cuando formaliza la cuestión del fantasma, que ya la venía planteando desde antes, pero entonces le da un estatuto más fuerte a la problemática de la relación del sujeto con el objeto a en el contexto de las fantasías, el fantasma, que viene a ser como un eje distinto de abordaje del tema.
Es por esta vía que reaparece el ello como una vertiente distinta del inconsciente estructurado como un lenguaje. Es decir que si el sujeto es del inconsciente, en algún sentido el objeto a y ciertas dimensiones que determinarían ese objeto, tendría más que ver con el ello freudiano. Categorías útiles para diferenciar órdenes de acto o de relación posible de un sujeto, con cosas que no tienen estrictamente que ver con una especie de verdad simbólica, en el sentido estructural de la verdad, sino que la verdad estaría más en relación con lo real.
El pasaje al acto es un acto que Lacan define como una alienación en el ello, no es una alienación en el significante, sino que es una alienación en alguna dimensión que está más allá. Él lo contrapone a una operación que se llama de pensamiento inconsciente u operación verdad, que es el acting-out. Se trata de dos tipos de actos totalmente distintos, y que tienen cierta importancia en relación con el problema de cómo concebir el acto en general; es decir, qué orden de acto diferente es el acto determinado por el ello o por el objeto a, de lo que es un acto determinado por el inconsciente.
Aquí está implicada una concepción de la transferencia, que alcanza un estatuto ligado al problema sujeto cuando se la define como Sujeto supuesto Saber, una especie de dispositivo que tiene que ver con el inconsciente y con la teoría del significante, pero a la vez Lacan le da un estatuto de construcción artificial, y de suposición de un sujeto posible al saber, cosa que ya está refutada teóricamente por él mismo, de que en algún sentido hubiera un sujeto que pudiese ser como el poseedor. Es el dispositivo por el cual el análisis se mueve, pero a la vez está en cierto modo condenado a ser desbaratado en el fin de análisis, como destitución de este sujeto que es una especie de ficción a resolver, dando lugar a lo imposible de ser sabido.
Es en el Seminario 17 podemos ver cómo Lacan relativiza más drásticamente todo lo que puedan ser fenómenos de estructura, y los vincula más con una adscripción a discursos. Los discursos vienen a sustituir la concepción de estructura y a proponer la existencia de términos (matemas) que interjuegan entre sí. Lacan define cuatro discursos: el histérico, el del analista, el del amo y el universitario, donde hay términos que interjuegan, entre los cuales se encuentra el objeto a, que es lo que hace que estos discursos, en cierto modo, si bien manejan significantes, porque los otros términos incluyendo el sujeto como tal $ son significantes, no sean discursos solamente vinculables al significante. Tanto los lugares como los matemas van dando las sigularidades del tipo de subjetividad de ese discurso.
Más tarde surge la problemática del sujeto con relación al problema de la sexuación. En el Seminario 20 hay un recurso a una especie de lógica paradojal, entramos así en otro debate de Lacan con la lógica, o de Lacan con Aristóteles, y lo que vino después en cuanto a configuraciones lógicas, donde él trata de demostrar justamente que habría, en la sexuación humana, un lado para el sujeto que tendría que ver con el lado masculino, y toda la teoría del falo y la significación fálica, y otro lado u otra dimensión que tiene que ver con lo femenino en la teoría, y que abriría todo ese otro campo de la relación con un orden de lo imposible, que se hace relativamente posible a través de cierta relación con el sujeto.
Pero ese campo que se define como del otro lado, el otro goce, puede ser otro modo, queda extremadamente abierto, es decir que este momento es todavía más radicalmente no estructuralista.
Luego se va introduciendo en una línea que creo que es la más interesante al final, y que tiene más que ver con cuestiones tomadas de la topología, los nudos y ciertos encadenamientos topológicos que ya habían aparecido antes en el seminario de la indentificación. El sujeto como la banda de Moëbius, con la singularidad de ser ésta externa-interna, al tener un lado y un borde caracteriza al sujeto y redefine su relación con la realidad. La "extimidad" como neologismo caracteriza esta cuestión afuera-adentro.
Más tarde, Lacan intenta concebir algún sujeto ligado al problema de la invención o de cierto orden de creación por vía de poder hacer ahí con lo real. Lacan trabaja este punto en relación con el problema de la escritura, es lo que lo ligaría al tema de lo escrito y la letra. La escritura como algo que tiene que ver con el arte está presente cuando trabaja toda la problemática del sinthoma5 y de Joyce6. Pero también en otras formas de escritura no necesariamente literarias.
Es decir que ahí sí se iría acercando a relacionar el sujeto con el síntoma, pero no con un síntoma en un sentido corriente, sino en una especie de rara concepción del síntoma, que seria esa manera singular y propia de cada humano, de posible solución, de una especie de subjetividad nueva, rara porque no seria estándar, no sería consensual, y tendría mucho que ver con una singularidad más extrema de lo que se había requerido hasta este momento.
Todavía nos estamos preguntando cómo se hace eso, quién lo logra, quién hace sinthoma, quién no, y cómo es eso del fin de análisis haciendo eso, y cómo quedaría alguien que hizo eso.
Resultaría interesante en base a estos datos debatir sobre la singularidad del sujeto, poder pensar que la subjetividad no es un hecho dado estructuralmente, sino que ya en el Seminario 11 el sujeto es algo que aparece y desaparece, que el inconsciente como tal tampoco es un hecho dado, sino que hay fenómenos de apertura y cierre, y momentos donde se expresa. Una pregunta importante es pensar: y en el próximo intento, ¿logrará ese hecho?, ¿el próximo movimiento de apertura y cierre producirá esa misma subjetividad?, ¿está condenada a una repetición? Éste es un poco el planteo que aparecía cuando había un determinismo estructural, o podría en un nuevo movimiento abrirse una otra forma, que sería quizás radicalmente distinta.
Todos sabemos que no hay certeza absoluta de que en el próximo movimiento no vaya a aparecer en un sujeto una psicosis, o una creación, sin embargo habitualmente hay una perseverancia concordante con los antecedentes históricos: los acontecimientos se producen sobre la base de una existencia anterior. Los prontuarios son importantes, el humano y quizás en algún sentido los animales también tienden a repetir lo preformado. Sin embargo, como psicoanalistas creemos en un cambio posible, pero sobre la base de lo anterior: no hay creación desde la nada, o por lo menos desde una pura nada, sino sobre el antecedente de algún algo que responde a esa nada que es la pulsión o el objeto causa del deseo.
Es decir que Lacan abre la posibilidad de teorizar una movilidad subjetiva, o bien que el fenómeno subjetivo entendido de esta manera implica soportes de identificación que lo sostendrían en el tiempo. La propuesta importante de Lacan alrededor del tema del sinthoma es alguna fórmula de producción no neurótica ni psicótica, de su neurosis o psicosis, para el humano, y cómo sostenerla en el tiempo, y cómo hacer de eso algún orden de sujeto no neurótico ni psicótico.
En definitiva hay sujeto del inconsciente, lo hay de la pulsión (sujeto acéfalo), del falo (el sujeto a la represión), del síntoma (otra formación de arreglo de la represión que incluye el retorno de lo reprimido vuelto a reprimir), de la sexuación (como hombre o como mujer, según asuma la represión), también hay sujeto del fantasma, sujeto sintomático y sujeto como sinthoma, etc. Todos son el mismo pero desde diferentes perspectivas, por eso se puede decir que el tema del sujeto abarca todo el psicoanálisis y que, cuando hablamos de sujeto, siempre tenemos que aclarar a cuál nos referimos. Y según cómo lo abordemos, estaremos en tal o cual enfoque analizando, por vía del fantasma al modo kleiniano, por vía del falo al modo de aquellos que jerarquizan la sexualidad manifiesta o los valores aparentes, por vía del atravesamiento en búsqueda del objeto real en ciertos lacanianos, etc., dentro del psicoanálisis. A menos que la política y la ética varíe y se dirija con ingenuidad al yo pretendiendo pactar con alguna dimensión preconsciente, y entonces estaríamos en otro campo, el de la psicoterapia; si ésta es estratégica con relación al inconsciente será psicoterapia psicoanalítica y si no considera la dimensión ética del deseo inconsciente será una de tantas formas de psicoterapia no psicoanalítica. Estas caracterizaciones un tanto amplias y desordenadas buscan mostrar cómo el sujeto como expresión del inconsciente es el referente central para definir una compresión clínica y una decisión de abordaje. 
Hay análisis en tanto opera la transferencia y hay un sujeto que la denota en tanto permanece en este eje referencial al analista evidenciando formaciones del inconsciente como los sueños, los lapsus, las asociaciones, las actuaciones, etc. Aunque puede haber transferencia y sujeto aun cuando el terapeuta no lo sepa y suponga que está haciendo sólo psicoterapia.
Esta reseña sintetiza algunas cuestiones tratadas extensamente en el libro Los orígenes del sujeto y su lugar en la clínica psicoanalítica (Peskin, 2003).

Clínica de ausencia de subjetividad
En nuestros días, por múltiples razones, hay una pretensión social y seudocientífica de abolir las diferencias y singularidades, lo que lleva a promover algo que ya conocíamos pero se ve incrementado y que son las presentaciones clínicas que aparecen sin la subjetividad para la cual el psicoanálisis tiene sus mejores recursos.
La adicción como ausencia de dicción (de discurso) agrupa la anorexia, la psicosomática, el delito y muchos actos en general, la bulimia, la drogodependencia, etc., presentan formaciones no subjetivas que serán teorizables como formaciones narcisíticas o impulsiones, compulsiones y una serie de alternativas donde el inconsciente no tiene oportunidad de intervenir como soporte significante de un modo directo, y la subjetividad que vemos aparecer es fallida o hay una presubjetividad, o formas alienadas en extremo refractarias a cualquier intervención que busque suscitar una transferencia. Los modelos de las sectas o de la psicología de masas como militancias ideológicas adquieren mayor eficacia a partir de la sofisticación tecnológica al servicio de un "aparato" del Estado o de otros grupos circunstanciales que caracterizan la base de la llamada globalización. 
El psicoanálisis está en condiciones de estudiar y comprender la mayoría de estos fenómenos, pero encuentra dificultades para abordar muchos casos por la más diversas razones. Es importante no adoptar una actitud diferente de la que siempre tuvo con relación a los obstáculos clínicos que Freud denominó resistencias al psicoanálisis y que Lacan ubicó del lado de los analistas. Hay épocas y lugares mejores y peores para el abordaje y el pensamiento psicoanalítico, pero esto no debiera invalidar la investigación y el avance aun frente a la adversidad. Aunque reconozcamos que no todo es abordable psicoanalíticamente, la mayor parte de los hechos que involucran a los humanos son comprensibles desde el pensamiento psicoanalítico, si bien en algunos casos no es pertinente aplicarlo y menos agotar la comprensión desde este enfoque exclusivamente.

NOTAS
1 El moi como yo imaginario especular narcisístico, y el je como la nominación simbólica del sujeto en un discurso.
2 Falta de inscripción: término de origen jurídico que se refiere a la caducidad de tiempo para la realización de un paso en el proceso jurídico, con lo cual queda imposibilitado hacerlo.
3 A partir del objeto transicional de Winnicott.
4 Una rama de las matemáticas que tiene diversas vertientes en cuanto a álgebra y geometría.
Nombre que da Lacan a una nueva formación a partir de una transformación del síntoma en sinthoma, que le permitiría al sujeto una nueva identificación, una nueva nominación de sí mismo que operaría como salida de la psicosis o de la neurosis.
6 James Joyce, famoso escritor irlandés que crea un estilo muy especial de escritura mediante el cual, según Lacan, elude la psicosis y el padecimiento.

Boicot en clase de Lacan (1972)


Breve glosario psicoanalítico

Significante, significado, significación y letra


Significante: Lacan tiene varias definiciones. La definición final dice: es lo que representa a un sujeto para otro significante. Otra: es lo que representa un sujeto para otro significante. Lacan introduce al sujeto en las dos variantes de la definición. En relación con el significante de la lingüística, según Ferdinand de Saussure introduce una diferencia fundamental: la función del significante de representar al sujeto. Además el artículo neutro en la definición –es lo que representa– connota que cualquier cosa puede ser significante, no sólo la palabra.
Significado: la cosa en tanto definida por el significante, lo que la recorta como objeto. Por lo tanto, a veces el sujeto es el significado.
Significación: es el movimiento por el que algo es significado; por lo tanto puede ser, a veces, el que produce desde el significante al sujeto para significar a éste. Es la relación entre significante y significado. En la metáfora, el significante logra significar al sujeto, porque la significación del sujeto atraviesa la barra de la significación. Cuando el hablante-ser intenta significar y la significación se da parcialmente, pero algo se escapa permanentemente, estamos ante la metonimia, ante el intento de cernir un objeto que realmente no cesa de escabullirse.
Letra: el soporte material cuyo efecto por articulación es el significante. Es una herramienta clave para nuestro trabajo. El ejemplo paradigmático es el equívoco: cambiando letras de lo que se pensaba decir nos abre camino al análisis de lo inconsciente.
Hay que subrayar que para Lacan no todo es significante: puede haber un discurso lleno de palabras sin que haya significante. Esta preocupación lo obsesionó los últimos diez años de su vida: ¿cómo hacer para que los analizantes no llenaran de palabras el consultorio, gozaran y se adhirieran a ese goce de la palabra sin analizarse? Entonces llegó a hacer cosas, como tirarle a uno con una maceta. Pero sus locuras no eran sin ninguna razón, había una materia con la cual estaba trabajando: la paradoja misma del psicoanálisis. En el psicoanálisis se trabaja a través de la palabra, pero la palabra puede ser el principal factor de goce para mucha gente, el goce del psicoanálisis puede resistir al psicoanálisis.

Un Retorno al "Retorno a Freud"

Jaime López

http://www.fpsico.unr.edu.ar/desarrollos/retorno.htm

La obra de Lacan es un emprendimiento lleno de intensas derivaciones. Uno de sus aspectos más relevantes, y no por ello menos conflictivos, es el referido a la fidelidad a los textos freudianos. Esta problemática divide las aguas entre los "fieles" a Lacan-el gran interpretador- y los que, diciéndose freudianos, no están dentro de sus seguidores. Es decir que instala una división tajante entre los que pertenecen y los que no. La cuestión de la fidelidad incorpora en un campo, que Freud aspiró sea científico, una cuestión de tomar partido, más típica de un planteo político que de uno científico. Pero también, el movimiento generado por Lacan, se coloca en un terreno donde la cuestión de la esencia del planteo freudiano y la verdad de su descubrimiento, encuentra un sostenedor y por lo tanto una palabra autorizada. Esta situación, peligrosamente parecida a una dinámica religiosa, inauguró

-como era de esperar- la problemática de la herencia, es decir de quién es el continuador y garante de los descubrimientos freudianos y, porqué no, de los lacanianos. Así las cosas, tenemos que las luchas políticas dentro de los diversos grupos psicoanalíticos, más las particulares necesidades humanas de instalar líderes y hacer masa con ellos, nos llevan a un estado de situación en el que es necesario despejar quien es quien en la teoría psicoanalítica, es decir qué es lo freudiano y qué lo estrictamente de Lacan. Que es lo que responde a las pasiones humanas y qué al enriquecimiento de la clínica, de la que la teoría intenta dar cuenta.

Dentro de este contexto, el tema que muestra lo ríspido de la situación es el llamado "retorno a Freud". Esta cuestión transita por diversas posiciones en las cuales el tema "del retorno" oscila entre posiciones pasionales por un lado y las que efectivamente aportan riquezas teóricas por el otro. Veremos como retornan los que "retornan".

La obra de Freud, objeto de esta particular disputa, es una inmensa construcción orientada hacia el proceso de constitución de la matriz del origen del sujeto, la cultura, como también de las relaciones de ésta y la subjetividad.

Para Belinsky, está organizada según configuraciones teóricas y míticas, donde las teóricas apuntan en la dirección de señalar la obra de Freud como una guía de investigación (lo que nos lanza a la tarea futura) y las míticas, son definidas como las grandes metabolizadoras del sexo y la muerte. Estas últimas ofrecen respuestas, que van más allá de lo individual, a los enigmas que gobiernan la acción social, refiriéndose siempre al fin y a los orígenes. Nos dirá que la obra freudiana no solo es una teorización cuidadosa y meditada sobre lo que define como "el objeto psíquico", sino que es también un capítulo decisivo de aquello mismo a lo que se refiere y de lo que da cuenta. Su afirmación gira alrededor del hecho de la convivencia del investigador y teórico con el creador, lo que significa que la obra de Freud se configura como una retórica situada dentro y fuera a la vez. Es decir que constituye la historia y al mismo tiempo la actualidad de lo que Freud descubre, trabaja y revela. Es un planteo, en cierta manera topológico, en donde la discursividad freudiana es inseparable de aquello descubierto y trabajado por esa misma discursividad.

Según Belinsky, los seguidores de Freud -los históricos- escribieron a partir de sus textos, pero no acerca de ellos. Por lo tanto el terreno descubierto seguía a medias virgen, a medias recorrido y al mismo tiempo era una obra considerada como un fundamento, un terreno firme y adquirido en forma definitiva. Como terreno ya consolidado, la teoría era aquello de lo que no hacía falta una crítica previa, solo esperaba ser desarrollada. En este contexto se inserta Lacan, quien pese a ser causa del denominado "lacanismo", siempre se denominó a sí mismo como "freudiano". La cuestión central que nos marca Belinsky es la necesidad de preguntarse:¿que significa el "freudismo" de Lacan?. Esta pregunta es clave, ya que no es posible pensar la pertenencia -o pertinencia- de Lacan a la obra de Freud de la misma manera que se la pensó respecto a los seguidores históricos. La respuesta de Belinsky significa el fin de una ilusión. Es decir el fin de la anhelada pero no menos ilusoria idea de "fundamento", de base consolidada y el comienzo del reconocimiento de la necesidad de una labor crítica previa, a la obra de Freud, como una cuestión preliminar a todo desarrollo posible en psicoanálisis.

Este "freudismo" muestra, como su faceta más destacada, la necesidad de acercarse a Freud sin cometer el error de los "seguidores históricos" que lo precedieron: no reparar la interpenetración entre el autor y su obra, entre el explorador y lo explorado. Para Lacan, ese "algo" que Freud descubre y construye, es a la vez, interior y exterior a su obra. Piensa que hay que "volver a las cosas mismas", pero pasando por "la Cosa" freudiana, o sea, que la tarea teórica y crítica debe mostrar que la exterioridad -si se alcanza- solo puede lograrse a través de la interioridad más profunda. Creemos que es en esto último en donde Belinsky intenta remarcar la genialidad de Lacan: el hecho de tomar a Freud como analizando. 

En el punto de vista de Shoshana Feldman, psicoanalista norteamericana proveniente del campo de los estudios literarios, la originalidad del "retorno" lacaniano, no es lo que banalmente se entendió como un retorno histórico al origen auténtico de una doctrina, ni tampoco al texto original como lo opuesto a las interpretaciones dogmáticas simplificadas o mal traducidas, sino que -abriendo su línea argumental- es un retorno a lo no traducido, a lo no traducible de Freud, como un síntoma de la esencial intraducibilidad de su tema. Es un retorno literal, concreto, a una lengua extranjera, a algo que desafía su traducción y cuya función no es volver a Freud más familiar, sino renovar el contacto con su extrañeza y con su constitutiva extranjeridad, la que lo es incluso para si mismo.

Es decir, que lo que retorna en el "retorno" lacaniano, es precisamente lo que es inasimilable en Freud. Es en éste sentido que Feldman plantea que este retorno no es diferente del retorno de lo reprimido y ,por lo tanto, forma parte de la dimensión de un síntoma.

La metáfora clínica (¿o literal?) se profundiza y es, entonces, que la relación Freud-Lacan es planteada como "una suerte" de diálogo analítico. El cual no es simplemente conceptual (entre dos concepciones de lo inconsciente), ni simplemente transferencial, sino una compleja interacción entre concepto y transferencia, además de teoría y síntoma. Interacción en la que a veces Lacan viene a ocupar, en el texto de Freud, el lugar excéntrico del inconsciente de Freud; y en otras, Freud desde una posición ventajosa, ocupa el lugar del inconsciente de Lacan. Para la autora, el diálogo es analítico porque no es la suma de sus partes y porque el conocimiento del cual es vehículo, no se reduce a la suma del conocimiento de los dos sujetos. No es un diálogo entre dos egos, sino que está constituido por un tercer término, que es el punto de encuentro en el lenguaje de las dos singularidades inconscientes. En una primera conclusión, Feldman juega con la idea de que la originalidad del retorno de Lacan no puede reducirse a lo dialógico.

Así como Belinsky sostenía que la originalidad de Lacan está en destacar la intrincada relación existente entre el autor y su obra, Feldman parece poner el acento en el eje autor y lector, y en destacar la terceridad excéntrica del lenguaje, lugar desde el cuál ambos son constituidos.

También pretende Feldman demostrar que las preguntas que definen el campo al cual Lacan se dirige, son diferentes a las que surgen desde la concepción clásica. ¿Cuál es el contenido de los conocimientos que Freud nos legó?, sería una pregunta tradicional, pero Lacan le opondrá una concepción distinta: ¿Cual es la diferencia que introduce este conocimiento? y ¿Que distingue éste conocimiento de los ya establecidos?, ¿Cuáles son sus consecuencias?, ¿Que es ese "algo" que el análisis nos enseña, que es específico, lo más propio, verdaderamente propio?. En esta línea, Lacan nos dirá que la originalidad freudiana no es tanto el descubrimiento del inconsciente -intuido antes por los poetas- sino que el inconsciente habla. Es decir que tiene una estructura lógica o significante y que fundamentalmente, está estructurado como un lenguaje. Este inconsciente freudiano, no es simplemente algo opuesto a la consciencia, sino que habla algo otro en el interior del discurso consciente.

Uno de los puntos donde Feldman se juega con entusiasmo, es cuando afirma que Lacan inaugura e instituye un nuevo modo de reflexibilidad. Este modo, es un proceso a través del cual algo se vuelve sobre si mismo, pero que necesariamente lo hace incorporando un pasaje a través de otro lugar. Pero esta vuelta sobre si, no es al modo de una clásica "reflexión sobre uno mismo", sino como una diferencia radical consigo mismo. Es un reflexivo diálogo asimétrico en el cual los interlocutores, por medio del lenguaje, se informa mutuamente de lo que desconocen. Es precisamente este nuevo modo de reflexibidad, el que altera, cambia, desplaza, los límites entre el yo y el otro. Rompe la simetría que funda lo que parecía una clara oposición entre uno y otro. Sustituye las clásicas polaridades sujeto-objeto, yo-otro, dentro-fuera, analista-analizarte. Divide al sujeto de modo diferente, de tal manera que ya no están ni completamente distinguidos, ni completamente separados el uno del otro.

La lectura lacaniana, nos dice Feldman, afirma que Freud se erige no tanto como el descubridor de un nuevo centro, sino como el descubridor de un nuevo modo de reflexibidad, la que está radicalmente atada, articulada con el lenguaje. Al respecto dice Lacan "No es cuestión de saber si yo hablo de mi de un modo que se conforma, que concuerda con lo que soy, sino más bien de saber si soy el mismo que eso de lo que hablo"

En este modelo lingüístico de reflexibidad hay dos seudo centros: el que surge en la expresión de un dicho (sujeto del significante) y el que surge en el enunciado (sujeto del significado). Aún cuando son radicalmente diferentes uno del otro, ya no son más enteramente distintos y no pueden ser separados

Pero Feldman no se conforma con la idea de una nueva reflexibidad, sino que extiende su propuesta a que ésta nueva concepción revoluciona la noción misma de revolución, o la idea de originalidad: en términos de Lacan la originalidad en Freud es lo que aparece como una sorpresa, no solo para los otros sino también para uno mismo. La verdadera originalidad es el modo en el cual el movimiento reflexivo, retornando sobre si mismo, lo subvierte. Lo hace encontrar otra cosa que aquello que esperaba. Para Feldman, éste es el modo en que la respuesta desplaza al interrogante, es decir, se desplaza el punto de observación, conformando la originalidad del descubrimiento freudiano y la del "re-descubrimiento" que hace Lacan.

Lo Verdadero de un Retorno y el Retorno de un Equívoco.-

Leer a Freud después de haber leído a Lacan es distinto a como se leyó a Freud antes. Esta afirmación sintetiza la postura de Jane Gallop, autora proveniente de las filas de los estudios literarios estadounidenses, quien plantea que "el retorno a.." no significa una regresión a un punto estable previo, sino que es un efecto retroactivo de las enseñanzas de Lacan.

Para Gallop, el sentido del retorno a Freud es el retorno al sentido de Freud. Esta frase es acompañada con una referencia histórica a los efectos de las luchas en las instituciones psicoanalíticas. En efecto, en el año 1953, Lacan fue expulsado de la "Societé Parisienne de Psychanalyse" (y por lo tanto de la IPA) y no pudiendo ir al congreso de Londres va a Viena. Es un viaje que indica una dirección: el rescate de los orígenes. Estaba trabajando sobre "Wo Es war, soll Ich werden", sentencia que es sobre la orientación de un retorno. Algo tiene que ser, está obligado a ser en el lugar donde algo estaba antes. Para la autora, es un extraño retorno, porque aunque sea a un mismo lugar, es un retorno por un sujeto diferente, igual que Lacan a Viena. Este viaje, es como un acto que dice "donde el Psicoanálisis freudiano era (ello), ahí debo Yo (Lacan) advenir".

Lacan denuncia que el descubrimiento freudiano se ha perdido, y que se ha retornado al lugar equivocado. Critica que los analistas norteamericanos traicionan la doctrina freudiana con su retorno al principio reaccionario de la dualidad entre el enfermo sufriente y el que cura, además del que sabe y el que no. Es decir, el retorno a un discurso propio del campo médico, que, como todo discurso, construye un objeto acerca del cual habla y establece, además, una relación de poder. Prácticamente el retorno es del campo de la escucha freudiano al campo médico de la mirada.

Para Gallop hay dos retornos, que corresponden a dos fuerzas opuestas: primero, un retorno al descubrimiento freudiano, y segundo, un retorno a lo que precedió a ese descubrimiento. Estas dos fuerzas las relaciona con la lucha pulsional.

Para Freud, las Pulsiones tienden a restaurar un estado anterior. Nos habla de las pulsiones sexuales, conservadoras y en la dirección de la vida, cuya meta es asegurar al organismo seguir su propio camino hacia la muerte y también, de las pulsiones de muerte, las que retornan a un estado anterior (inorgánico). De manera equivalente tenemos un Lacan que retorna al nacimiento del Psicoanálisis (¿pulsión de vida?) y se enfrenta al Psicoanálisis norteamericano, el que retorna a un estado anterior: la psicología del Yo-consciencia (¿lo inorgánico-pulsión de muerte?). Es decir que éste retorno es planteado por Lacan como la única y auténtica manera de avanzar, y lo hace por la vía del retorno a los textos de Freud.

Gallop afirma: la vuelta que verdaderamente cuenta en el Psicoanálisis, no es a Freud, sino al sujeto. El analista debe retornarle algo al sujeto, es decir, no debe hablar sobre el sujeto o sea, objetivarlo, ni sostenerle sus proyecciones imaginarias ancladas en el lenguaje de su Yo. El retornarle es de aquello que el analizarte nunca podría escuchar, sino es retornando desde el analista. Éste, le retorna al sujeto lo que está diciendo y que insiste para ser reconocido y así dejar de decirlo. Podemos ver que "retornarle algo" se inscribe en un sentido opuesto a "fortalecer el Yo". Es por eso que no es un retorno a la persona de Freud, sino a lo que estaba diciendo y nunca fue reconocido. Lacan escucha lo que "hablaba" en Freud e insistía en ser reconocido.

La autora plantea que Lacan saca el objeto del Psicoanálisis de la persona individual, la mónada separada, y lo coloca en una dialéctica con el otro (intersubjetiva dice); no se nos escapa que en relación a la relación con el otro, Feldman marca diferencias con Gallop, ya que enfatiza que no es dialógica y si mediatizada por un tercer término que es el lenguaje. Feldman es mas enfática que Gallop en esta cuestión, al jerarquizar la terceridad.

El Autor Evanescente.-

Así como Freud dice más de lo que se supone, Gallop se pregunta si el nombre de Lacan puede responder por el saber escrito en el texto. Se leen los escritos como se lee cualquier otro texto, para saber, y cuando se encuentra algo de saber, inevitablemente se lo adscribe a alguien. Lacan subvierte, modifica violentamente la relación del sujeto al saber, la hace muy precaria. En los textos (Escritos) hay un sujeto, un cierto Lacan, pero está constantemente evanescente (fading), es decir, eludiendo la percepción y en el límite de su desaparición.

Lacan lee a Freud, como si se preguntara si el nombre de Freud puede responder por el saber escrito en el texto. El sujeto del saber en los textos, es sujeto de los efectos de fading. Hay un sujeto ahí, pero está constantemente fading, eludiendo su cristalización.

La teoría y los textos de Lacan conducen no a un autor muerto, sino a un autor fading, el que está precariamente, el que no está del todo presente, es decir, el que no es dueño de su deseo.

Según Lacan, el padre deseado por el neurótico es el padre muerto, ya que es el que puede, en tanto muerto, dominar su deseo. La muerte significa ser perfectamente dueño de su deseo. Esta fantasía neurótica se sostiene en el hecho de que si el padre puede dominar su deseo, el sujeto podrá dominar el suyo.

Hay una larga tradición que asocia el Autor con el Padre, y así como el padre muerto es el padre ideal, porque es el amo perfecto de su deseo, Gallop se pregunta si la imagen del autor muerto no es también una fantasía del lector de un dominio perfecto. Si el autor tiene un dominio perfecto de su escrito, el lector lo tiene también de su interpretar. Es, entonces, que la idea de la muerte del autor bien puede ser una defensa contra algo más amenazante: un autor fading. Es decir el que no está del todo presente y no es dueño de su deseo.

Nos dice "Leemos porque deseamos saber y leer debe estar dentro del mundo donde el deseo del lector debe estar intrincado con el del autor. Leemos para ?aprender? lo que el autor sabe, cuales son sus deseos, con la esperanza de entender y satisfacer los nuestros", y en ese movimiento, como lectores, quedamos involucrados.

Lacan autor del texto, no puede calmar su deseo y de hecho provoca el del lector. No puede satisfacer el deseo de saber de manera duradera y él está de esa forma, como autor/sujeto desvaneciéndose, no desvanecido todavía.

Los lectores posteriores a Freud, lo leyeron como un autor muerto, como un dominio perfecto, es decir como el autor ideal, el Padre ideal que domina el deseo. Lo leyeron para proteger su dominio y para identificarse con ese dominio como lector escritor. Lo leyeron como un texto muerto del autor muerto y así defenderse de su deseo de saber. Cerraron sus ojos en identificación con ese Padre ideal que ha dominado todo deseo, incluso el de saber.

La Ambivalencia de Lacan.-

El "Retorno a Freud" es una frase convertida en una verdadera consigna y fórmula de reunión. Consigna de batalla en la lucha institucional y fórmula de reunión de los aliados y además útil para distinguir los "unos" de los "otros".

Para Marcelle Marini, perteneciente a la nueva generación de psicoanalistas franceses, los que paradójicamente, formados en el pensamiento crítico de Lacan, ponen en juego ese espíritu para analizar la obra del maestro, el "Retorno..." tiene ese valor de consigna en la polémica que Lacan primero, y el lacanismo después, mantienen contra los analistas que no leyeron o no leen ya a Freud, así como contra los que lo leen mal o que sostienen una "estúpida fidelidad" que, en palabras de Lacan,"No osa considerar como caduco, lo que en efecto lo es, en la obra de un maestro sin igual". Así como también, contra los que traicionan a Freud y se apegan a conceptos del entorno social (o de la Sociología) y contra los norteamericanos y sus seguidores que jerarquizan el llamado:"Psicoanálisis del Yo".

Marini destaca que Lacan se apoya en -y resalta- el carácter racional del pensamiento freudiano, y tal vez por eso, es que intenta sostener esa misma posición con la obra de su maestro, el que no solo lo es en la teoría, sino también en la racionalidad. Afirma que para Lacan, el descubrimiento de Freud, es el redescubrimiento, en un terreno sin cultivar, de la razón. Resaltar lo racional, conduce a Marini al difícil y todavía sin clarificar, sendero de la "cientificidad" del Psicoanálisis. Nos afirma que Lacan, siguiendo la escuela de Freud, quiere hacer del Psicoanálisis "esa ciencia con la que sueña", capaz de aclarar los fundamentos de otras ciencias, al mismo tiempo que el psiquismo humano.

Dice que Lacan construyó su propio edificio conceptual, oponiéndose a tomar en cuenta algunos conceptos freudianos -como el de pulsión en el sentido energético y el de afectos- y que su retorno a Freud es igualmente una identificación de la teoría freudiana con la suya. Es una frase en espejo que pone en cuestión el tema del debate insoluble en que se encuentra atrapado Lacan de la fidelidad o infidelidad a Freud. En este sentido es posible afirmar que Lacan oscila entre una critica o una relativización de los textos freudianos y una fidelidad incondicional a los mismos.

Para Marini, cuando Lacan manifiesta la necesidad de retornar a la posición freudiana pura, se muestra de acuerdo con la función paterna definida por Freud y por lo tanto vive ésta función en él mismo con la identificación con un Freud idealizado como Ideal del Yo. La cuestión que se desprende para el crítico francés es: si se puede mantener sin ambivalencia una relación semejante con el Padre-Maestro.

Lacan dirá que el descubrimiento freudiano se debió a la angustia de Freud frente a su deseo, y lo relacionará con lo que llama: "...su apego ridículo a esa imposible buena mujer, que por otra parte lo enterró: la señora Freud". Más allá de lo valedero o no de ésta opinión, que deja entrever un Freud caracterizado por el apego a lo ridículo (¿la ambivalencia?,no solo la de Lacan, sino también la de Marini en destacar la frase...), es claro que Marini resalta la lectura de un Lacan analista del decir de Freud; un analista que afirmó que el pecado original del Psicoanálisis es el deseo de Freud que no fue analizado.

Marini relaciona, también, "el Retorno..." con el análisis crítico que Lacan hace de los casos clínicos de Freud: el análisis de "Dora", donde se trabajan los problemas de la cura y de la transferencia; el del "Hombre de los Lobos",donde trata de profundizar y renovar la realidad fundamental del análisis; resaltando la "constelación original" del obsesivo y su relación con el mito universal del neurótico, ligado con el análisis estructural de los mitos efectuados por Levi-Strauss; asimismo, el llamado caso "Schreber" donde trabaja y crea el concepto de "forclusión del Nombre del Padre". Lo que el autor destaca, es que los textos freudianos, servirán a Lacan como punto de partida a una elaboración diferente, y que ésta, utilizará la lingüística, la filosofía, la etología, además de la lógica formal, como herramientas conceptuales.

Una Lectura Verdadera?.-

Nos recuerda Stuar Schneiderman, uno de los psicoanalistas norteamericanos introductores del pensamiento de Lacan en los Estados Unidos, lo que el maestro afirmó sobre el descubrimiento freudiano: que había sido como el de Prometeo. La IPA se había convertido en lo que era, por que Freud no tenía confianza en la gente a la que le había encomendado su descubrimiento y por lo tanto, Lacan pensaba que Freud estableció una organización burocrática de custodia con el único propósito de que no se le escapara el fuego. Creía el pensador francés, que Freud no esperaba que sus discípulos lograran progresos en la teoría psicoanalítica, y que solo quería mantener guardado el Psicoanálisis hasta que "alguien" llegara a recoger la antorcha. Dice Schneiderman que es en éste momento cuando Lacan presenta lo que llama "una lectura verdadera de Freud". Podemos decir junto con Schneiderman, que más allá de la ironía con la que Lacan se enfrenta a los que posteriormente lo expulsaron de la IPA, les está robando el texto a la Asociación, se los está arrebatando a sus "legítimos" propietarios, suponiendo que exista la propiedad de un texto.

Para Schneiderman, la "lectura verdadera" de Lacan se acerca mucho a una mala lectura y a pesar de lo que el francés dice opina que es difícil criticar a la Asociación porque sus miembros prefieran leer a Freud como un texto canónico y además, lo repitan al pie de la letra sin hacerse demasiadas preguntas. Se interroga el psicoanalista estadounidense: ¿como puede estar equivocada ésta lectura, si se trata de una simple transcripción de lo que escribió el mismo Freud?. Él mismo contesta que esa lectura puede y está equivocada, ya que, afirma, quien no ha leído mal un texto no lo ha leído, es decir, quien no ha entablado un diálogo con el texto, quien no le ha hecho preguntas ni atendió sus respuestas y no eligió algunas partes para prestarles más atención que a otras, quien no hizo todo eso, no ha leído un texto. Sobre esto se basó la justificación teórica original de Lacan para dictar su seminario y así enseñar a los psicoanalistas a leer a Freud. Éste tipo de lectura, dirá Schneiderman, requiere una práctica en la crítica literaria, que es la propia del campo de las letras, y es para él, una de las herramientas conceptuales con las que Lacan cinceló en la obra de Freud, la suya propia.

Al destacar los aspectos de la crítica literaria, Schneiderman parece colocarse más del lado de la literatura, que de la freudiana aspiración de lograr, con el Psicoanálisis, un lugar en la ciencia. Asimismo, su rescate de la lacaniana metáfora mitológica muestras aristas ambiguas que se prestan a confusión. ¿Que otra cosa es el planteo de que Freud cuida "que no se le escape el fuego", sino una forma de colocarlo como un moderno Zeus?, un Dios que desde el Olimpo psicoanalítico, cuida sus pertenencias. Y, ¿que otra cosa es "que venga alguien para recoger la antorcha", sino que Lacan es el Prometeo que -como en el mito original- termina desafiando al que "reina en el Olimpo" y robándole el fuego?. Acaso no es posible pensar que entre "la cuestión preliminar" (Belinsky) y la "lectura verdadera" (Gallop y Schneiderman), Lacan "destrona" a Freud, corrigiendo sus "equívocos", y se erige en el que puede darles a los hombres "el fuego" de la lectura verdadera. Marini parece acertar cuando nos alerta sobre la ambivalente relación de Lacan con "el maestro vienés.

Recuperando el Marco de un Pensamiento.-

Bercherie retoma la obra de Freud, pero a diferencia de los lacano-dependientes, lo hace en nombre propio. Retorna a los textos pero no para su exégesis, sino para reubicarlos en el contexto histórico que los vio surgir. No se refiere al ambiente social, histórico, incluso cultural en el que se sitúa el pensamiento freudiano, sino que lo hace más bien al conjunto de conocimientos clínicos en psicopatología y a los materiales teóricos de psicología que Freud tenía a su alcance y que le permitieron demarcar su campo, encontrar su objeto, pensar su marcha y teorizar sus resultados. Nos dice Bercherie: "Al situar las teorías freudianas con respecto a su objeto y también en relación con sus fuentes, me ha parecido que se aclaran aspectos esenciales de su función, tanto como sus límites, pues todo instrumento conceptual transporta una unilateralidad que antes o después lo transforma en obstáculo epistemológico"

Enfoca la obra freudiana separándola (un abismo dice..) de toda otra corriente psicológica o psicopatológica contemporánea, insistiendo en la necesidad de mostrar la mutación que sufren los conceptos, que toma Freud, al colocarlos en el lugar que ocupan en el crisol de sus descubrimientos. Trata de recuperar el sentido que tenía para Freud sus sucesivos marcos de pensamiento, reubicándolo en su siglo o en su época, situando sus interrogantes en el interior de la mirada que dirigía al mundo fenoménico de su objeto. Es en ésta maniobra que Bercherie, intenta evitar un doble problema: por un lado, la sacralización, es decir, la obstinación en atribuirle a Freud, el saber de aquello mismo sobre lo cual él afirma no tener la clave; por el otro, el escollo de una indulgencia superior que tolere los escotomas y los pasajes al acto del pionero del inconsciente. En el texto freudiano, hormiguean los materiales clínicos, las ideas generales, las intuiciones, las observaciones que superan ampliamente lo que Freud tuvo la posibilidad de pensar, en el sentido de conceptualización clara y elaborada; y nos dice Bercherie, que en esto está la parte de contenido eterno de una obra que solo nos es accesible retrospectivamente. Es en el acto del retorno a los textos freudianos, donde podremos encontrarnos con lo que de otra manera nos es evasivo.

No puede Bercherie, dejar de atribuir lo que "su" retorno debe a Lacan: "...el recentramiento de la relación entre el campo psicoanalítico y el recorrido freudiano, así como la relativización del lugar de los aparatos teóricos (freudianos) respecto del objeto al que apuntan". De todos modos, tampoco deja de marcar diferencias. Es en éste sentido que para él, la lectura lacaniana de los textos freudianos, si bien en numerosos puntos va directamente a lo esencial, pertenece a la obra de Lacan y no a la de Freud. En relación a la anterior, concluye Bercherie: "Hay que darle al Cesar lo que solo es de él, incluso aunque no siempre parezca saber donde empieza lo suyo".

Al Final del Recorrido.-

Para Bercherie, el pensamiento freudiano desemboca en una teorización de modelos metapsicológicos mas o menos contradictorios e inconciliables, aunque destaca su condición de ser operatorios para pensar la clínica. Remarca la extrema relatividad de esos modelos y lo inverosímil de la posibilidad de extraer de esa obra un sistema completo, una síntesis capaz de cubrir el conjunto del campo de sus objetos. Transmite la sensación de que cumple a rajatabla con su postulado de "no sacralizar" la obra de Freud, pero no deja de mostrarnos la admiración que le causa el espíritu científico del Gran Vienes. En ésta dirección se interroga acerca de la utilidad del esfuerzo que realiza Freud, tendiente a cerrar en un sistema, los elementos del saber que dispone; sistema que será cuestionado en la etapa siguiente, ya que el modelo recién terminado, comienza a actuar como un obstáculo epistemológico. Para él, lo anterior parece corresponder a lo que llama un estado del Psicoanálisis todavía "infantil" como ciencia. (Es posible ver en éste pensamiento una influencia kuhniana a la que nos referiremos más adelante). Estado en el cual se entremezclan conceptos que apuntan a una eficacia operatoria en el campo empírico (la dimensión clínica del edipo, de la castración, etc.) -característicos de una disciplina adulta- y otros propio de una dimensión especulativa, que mantiene con lo real un vínculo muy laxo (tópica psíquica, teoría de la libido, pulsiones, etc.).

En este oscilar entre un polo clínico y otro especulativo de la obra freudiana, Bercherie destaca -concordamos con él- la dimensión clínica, así como el hecho de que Freud mantiene a su obra, permanentemente en la dimensión de la ciencia. En éste sentido remarca, que Freud siempre quiso constituir como ciencia positiva su nueva disciplina, y que nadie puede llamarse discípulo suyo si no retoma esa exigencia.

El Estallido del Saber.-

No menos importante que "el retorno", es apuntar en la otra dirección: la del "después de Freud". En este sentido, Bercherie diseña cuatro modelos que caracterizan la posteridad freudiana. Comienza por el que abreva en las fuentes de la llamada "psicología del Yo" a través de la filiación con el libro "El Yo y los mecanismos de defensa" de Anna Freud. Ésta línea se sostiene en el proyecto de hacer del Yo el producto de una diferenciación progresiva del Ello, actuando como representante de la realidad, encargado de mantener las pulsiones y de ser instrumento de la adaptación. Vimos anteriormente como para Gallop, Marini y demás, esta postura encarna la contrapartida teórica y político-ideológico del "Retorno..." lacaniano. Continua con el que se origina en Inglaterra: la escuela kleiniana. Ésta retoma conceptos claves en Freud, como ser pulsión de muerte, dialéctica de los objetos internos, conflicto ambivalente, etc. También se opone al concepto del Yo como adaptación y , cerca de Lacan, vuelve la espalda a toda idea de autonomía, estudiando la génesis del Yo como identificación.

Un tercer modelo es el que Bercherie llama "marginales". Ésta corriente basa su originalidad, en los estudios sobre los fenómenos esquizoides. Trabajan sobre el concepto de "relaciones de objeto" y enfoca el narcicismo como fenómeno de repliegue defensivo ante los conflictos objetales. Sus representantes son Balint, Winnicott y también Fairbairn.

Por último, tenemos el caracterizado como "la fuente de la juventud". Es el punto donde el llamado "Retorno..."lacaniano dirige su esfuerzo por "restituir al inconsciente su status de polo dominante de la subjetividad y por lo tanto, en las antípodas de la "Psicología del Yo". Lacan lo hace a través de retomar los grandes textos del 1900, en los que Freud enunció la retórica del inconsciente. Es un planteo que transciende considerablemente su base inicial y con su nuevo, además de extenso basamento teórico -ya vimos la importancia de la lingüística, la filosofía, etc- creemos que termina por desplazarla, estableciendo una teoría que excede su base freudiana.

En general el planteo de Bercherie navega en el rescate del -por otra parte tan cuestionado- concepto de ciencia en el Psicoanálisis. Es en éste sentido que destaca el objetivo de Freud: "el de una disciplina científica y técnica que alcance su madurez y cuyo progreso continúe pacíficamente". Asimismo se ilusiona en relación al deseo de ciencia de Freud, con que tiene que surgir un nuevo modelo teórico que permita la integración de los cuatro bosquejos que lo precedieron. ¿Anhela un estado de "ciencia normal", o es una aspiración idealista propio de la "síntesis superadora"?. De todos modos para él no se trata de reducir todo el desarrollo del Psicoanálisis pos-freudiano a la obra de Freud -que los desborda-, sino demarcar los puntos de anclaje de esos desarrollos en su tierra de origen. En la misma forma creemos que el nuevo modelo teórico deseado, estará signado por su pasado. Lo que no sabemos es qué de la fecunda y heterogénea posteridad freudiana dará sus frutos y qué está condenado a quedar como resto.

Lacan: ¿Un Nuevo Paradigma?

Freud siempre consideró al Psicoanálisis como formando parte de la ciencia, y esto, de todas maneras, no impidió que más que otros sectores localizados de producción de un saber, no haya cesado de interrogarse sobre su status como saber. No es seguro que esto constituya un buen signo, es decir, no creemos que esto manifieste que el Psicoanálisis existe como una disciplina que tiene su objeto, su método, su paradigma. Por lo contrario, por su historia vemos que no se benefició para nada con lo que Kuhn llamó "ciencia normal". Entendemos por ésta, una época durante la cual, y apoyados en un paradigma único, los científicos trabajan para ampliar el saber hacia nuevos territorios. Lo que nos muestra el Psicoanálisis, es que no ha cesado de producir respuestas, las que en un tiempo mas o menos breve se mostraron inconvenientes. Por lo tanto, a costa de esfuerzos y golpes, hemos aprendido que no es una disciplina constituída, lo que no impide que mantenga una dirección -por lo menos en la obra de Freud- que es la de la ciencia.

Una afirmación fuerte es decir que Lacan vacía a Freud, pero por un cierto número de evidencias presentes en la obra de Freud y en la de Lacan, es posible sostenerla, por lo menos es lo que sostiene Jean Allouch. Una de ellas es justamente el tema de la ciencia (del que ya hablamos más arriba), que en el planteo freudiano el Psicoanálisis tiene un estatus de ciencia y se nos hace evidente que está subvertido en Lacan. Éste realiza un recorrido que abarca desde sostener esa posición, hasta la idea de que el Psicoanálisis es un discurso, pasando por el planteo de "ciencia conjetural".

Para Allouch, el Psicoanálisis es una disciplina problemática y su objeto no es algo que podamos definir fácilmente: ¿el psiquismo?,¿la personalidad?,¿el inconsciente?, ¿el objeto "a"?; cada respuesta tiene sus seguidores y sus detractores. Lo mismo sucede con la pregunta por la ciencia: ¿del alma?, ¿conjetural?, ¿no ciencia, sino discurso?. Se ha mantenido en suspenso la respuesta a éstas preguntas, pero a costa de descuidarlas demasiado, de dejar demasiado tiempo la oscuridad. Fue necesario la enseñanza de Lacan para conmover esos interrogantes. Teniendo en cuenta el camino que abrió, vemos que lo que en principio es un apoyo, un reverdecer, se termina por volver problemático ya que instala la disyuntiva: ¿que es lo freudiano?, ¿que es lo lacaniano?.

Para Thomas Kuhn, lo nuevo, el descubrimiento, sobreviene en una disciplina cuando ésta está en crisis, y uno de los signos de ese proceso es la proliferación de versiones diferentes al modo de Escuelas. Es bastante evidente la semejanza que podemos hacer con los momentos posteriores a Freud, tan acertadamente descritos por Bercherie. Lo que continúa en estos momentos de crisis, es la introducción de un nuevo paradigma. El comienzo de éste nuevo ordenamiento, se da entre aquellos que son conscientes de las anomalías y los límites que presenta la teoría vigente. Según Kuhn, éste nuevo paradigma cambia la significación de los conceptos establecidos (en Lacan representación por significante); desplaza los problemas que se ofrecen para la investigación (conflictos por nudos SRI); modifica la imaginación científica misma (topología lacaniana); introduce nuevas formas de prácticas, es decir, modifica la experiencia (discrepancia que se plantea con las sesiones cortas de Lacan). En palabras de Kuhn un combate de éstas características marca el conflicto entre dos paradigmas. Por lo tanto la historia de las complejas y ricas relaciones entre Freud y Lacan, pueden ser inscriptas en el típico enfrentamiento entre paradigmas. Ésta confrontación tiende a lograr la sustitución de un paradigma (Freud) por otro (Lacan), lo que condena al fracaso toda tentativa de armonizarlos.

Allouch afirma que en el momento que Lacan formula por primera vez el ternario Simbólico, Real e imaginario (SRI), su trabajo queda marcado por un antes y un después. A partir de ese momento, todo intento de compatibilizar su obra con la de Freud, de hacer valer equivalencias con su SRI, está destinado a fracasar. Ese ternario no se lo halla en Freud, pero eso no es obstáculo para que Lacan desarrolle con el vienés una operación de deslizamiento del ternario SRI "bajo sus pies".

Está de más recordar que Freud no era lacaniano, por lo tanto también es posible decir que Lacan no es un continuador de Freud, ni un herético del Psicoanálisis, sino que es el que desplaza a Freud.

A modo de conclusión, "El Retorno a Freud" no puede de ninguna manera reputarse como inaugural de la trayectoria de Lacan, pero si puede decirse que es el nombre del apoyo que Lacan buscó en el texto freudiano después de inventar su ternario SRI. Tal invención lo colocaba lejos de Freud, y Lacan advirtió el peligro. A partir de ese momento vuelve a Freud, pero para inscribir el nuevo paradigma en el Psicoanálisis.

En síntesis: "Retorno a..." es en realidad "El desplazamiento de...". El paradigma freudiano desplazado por el lacaniano. 

Mayo de 1996.-


Fuente: http://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=399